domingo, 5 de marzo de 2017

VETE SATANÁS



Reflexión inspirada en el evangelio según san Mateo 4, 1-11
Vete Satanás.

La primera tentación acontece en el «desierto». Después de un largo ayuno entregado al encuentro con Dios, Jesús siente hambre. Es entonces cuando el tentador le sugiere actuar pensando en sí mismo y olvidando el proyecto de Dios: «Si eres Hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en pan». Jesús, desfallecido pero lleno del Espíritu de Dios, reacciona: «No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de Dios». No vivirá buscando su propio interés. No será un Mesías egoísta. Multiplicará panes cuando vea pasar hambre a los pobres. Él se alimentará de la Palabra viva de Dios.

Siempre que la Iglesia busca su propio interés, olvidando el proyecto del reino de Dios, se desvía de Jesús. Siempre que los cristianos anteponemos nuestro bienestar a las necesidades de los últimos, nos alejamos de Jesús.

La segunda tentación se produce en el «templo». El tentador propone a Jesús hacer su entrada triunfal en la ciudad santa, descendiendo de lo alto como Mesías glorioso. La protección de Dios está asegurada. Sus ángeles «cuidarán» de él. Jesús reacciona rápido: «No tentarás al Señor tu Dios». No será un Mesías triunfador. No pondrá a Dios al servicio de su gloria. No hará «señales del cielo». Sólo signos para curar enfermos.

Siempre que la Iglesia pone a Dios al servicio de su propia gloria y «desciende de lo alto» para mostrar su propia dignidad, se desvía de Jesús. Cuando los seguidores de Jesús buscamos «quedar bien» más que «hacer el bien», nos alejamos de él.

La tercera tentación sucede en una «montaña altísima». Desde ella se divisan todos los reinos del mundo. Todos están controlados por Satanás, que hace a Jesús una oferta asombrosa: le dará todo el poder del mundo. Sólo una condición: «si te postras y me adoras». Jesús reacciona violentamente: «Vete, Satanás». «Sólo al Señor tu Dios adorarás». Dios no lo llama a dominar el mundo como el emperador de Roma, sino a servir a quienes viven oprimidos. No será un Mesías dominador sino servidor. El reino de Dios no se impone con poder, se ofrece con amor.


La Iglesia tiene que ahuyentar hoy todas las tentaciones de poder, gloria o dominación, gritando con Jesús «Vete, Satanás». El poder mundano es una oferta diabólica. Cuando los cristianos lo buscamos, nos alejamos de Jesús.

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