domingo, 29 de marzo de 2015

CARGAR CON LA CRUZ


Reflexión inspirada en la Pasión de Jesús según san Marcos 14, 1-15, 47
  
“Lo entregó para que lo crucificaran”

Lo que nos hace cristianos es seguir a Jesús. Nada más. Este seguimiento a Jesús no es algo teórico o abstracto. Significa seguir sus pasos, comprometernos como él a «humanizar la vida», y vivir así contribuyendo a que, poco a poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su justicia.

Esto quiere decir que los seguidores de Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, a introducir justicia donde hay abusos y crueldad con los más débiles, a reclamar compasión donde hay indiferencia y pasividad ante los que sufren. Y esto exige construir comunidades donde se viva con el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes.

Seguir así a Jesús trae consigo, más tarde o más temprano, conflictos, problemas y sufrimiento. Hay que estar dispuesto a cargar con las reacciones y resistencias de quienes, por una razón u otra, no buscan un mundo más humano, tal como lo quiere ese Dios revelado en Jesús. Quieren otra cosa.

Los evangelios han conservado una llamada realista de Jesús a sus seguidores. Lo escandaloso de la imagen sólo puede provenir de él: «Si alguno quiere venir detrás de mí... cargue sobre las espaldas su cruz y sígame». Jesús no los engaña. Si le siguen de verdad, tendrán que compartir su destino. Terminarán como él. Esa será la mejor prueba de que su seguimiento es fiel.

Seguir a Jesús es una tarea apasionante: es difícil imaginar una vida más digna y noble. Pero tiene un precio. Para seguir a Jesús, es importante «hacer»: hacer un mundo más justo y más humano; hacer una Iglesia más fiel a Jesús y más coherente con el evangelio. Sin embargo, es tan importante o más «padecer»: padecer por un mundo más digno; padecer por una Iglesia más fiel al evangelio.

Al final de su vida, el teólogo K. Rahner escribió así: «Creo que ser cristiano es la tarea más sencilla, la más simple y, a la vez, aquella pesada “carga ligera” de que habla el evangelio. Cuando uno carga con ella, ella carga con uno, y cuanto más tiempo viva uno, tanto más pesada y más ligera llegará a ser. Al final sólo queda el misterio. Pero es el misterio de Jesús».




sábado, 28 de marzo de 2015

Cuaresma, sábado, semana 5


Los miembros del Sanedrín (el tribunal de justicia de los judíos), querían proteger el Templo, el lugar de reunión del pueblo de la impureza y la idolatría. 

Sin embargo, son capaces de matar a quien quiere reunir a todos los hijos dispersos, sean o no de Judá, el Templo, para ellos, vale más que la vida de un hombre.

viernes, 27 de marzo de 2015

Cuaresma, viernes, semana 5





 “A medida que sobre estas tierras se realizaba el mandato de Cristo, a medida que con la gracia del bautismo se multiplicaban por doquier los hijos de la adopción divina, aparece también la Madre. 

En efecto, a ti, María, el Hijo de Dios y a la vez Hijo tuyo, desde lo alto de la cruz indicó a un hombre y dijo: ‘He ahí a tu hijo’. 

Y en aquel hombre te ha confiado a cada hombre, te ha confiado a todos. 

Y tú abrazas a todos, te acercas a todos, buscas maternalmente a todos. 

Perseveras de manera admirable en el misterio de Cristo, tu Hijo Unigénito, porque estás siempre dondequiera están los hombres sus hermanos, dondequiera está la Iglesia” (Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe, 27/01/1979).


jueves, 26 de marzo de 2015

Cuaresma, jueves, semana 5



Estos hombres no podían entender a Jesús. 

No podían aceptar sus palabras. 

Por eso les resulta ofensivo que Jesús le hable de la vida eterna, cuando ellos apenas pueden asomar sus cabezas en “esta” vida.



miércoles, 25 de marzo de 2015

Cuaresma, miércoles, semana 5





“Y en verdad que es llena de gracia, porque a los demás se distribuye con medida, pero en María se derramó al mismo tiempo toda la plenitud de la gracia. 

Verdaderamente es llena de gracia aquella por la cual toda criatura fue inundada con la lluvia abundante del Espíritu Santo. 

Ya estaba con la Virgen quien le enviaba su ángel y el Señor se anticipó a su enviado. No pudo ser contenido en un lugar, Aquel que está en todas partes; de donde sigue: ‘El Señor es contigo’” (San Jerónimo, en Catena Aurea, comentario a Lc 1, 28-29).


martes, 24 de marzo de 2015

Cuaresma, martes, semana 5



Jesús será testimonio ante el mundo de la salvación que Dios nos regala. 

Él, elevado al cielo, desde su cruz y resurrección, revelará el amor del Padre que nos sana y nos atrae hacia él.


lunes, 23 de marzo de 2015

Cuaresma, lunes, semana 5


Para Jesús el pecado no pasa inadvertido. 

Por eso reconoce el pecado de la mujer y el de los acusadores. 

Nadie queda exento de esta condición, pero podemos elegir no recibir la gracia del perdón, e “irnos” como lo hicieron ellos. 

domingo, 22 de marzo de 2015

NO SE AMA IMPUNEMENTE




Reflexión inspirada en el evangelio según san Juan 12,20-33

“pero si muere, da mucho fruto”

Pocas frases tan desafiantes y provocativas como las que escuchamos hoy en el evangelio: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto».

El pensamiento de Jesús es claro. No se puede engendrar vida sin dar la propia.. No, se puede hacer vivir a los demás si uno no está dispuesto a «des-vivirse» por los otros. La vida es fruto del amor, y brota en la medida en que’ sabemos entregarnos.

En la metáfora de Jesús, la muerte es la condición para que se libere toda la energía vital que contiene el grano. El fruto comienza en el mismo grano que muere. Así sucede también en la vida. El don total de sí es lo que hace que la vida de un hombre pueda ser realmente fecunda.

Los pensadores cristianos no han distinguido siempre con claridad el sufrimiento que está en nuestras manos suprimir, y el sufrimiento que no podemos nosotros eliminar.

Hay un sufrimiento inevitable, reflejo de nuestra condición creatural, y que nos descubre la distancia que todavía existe entre lo que somos y los que estamos llamados a ser. Pero hay también un sufrimiento que es fruto de nuestros egoísmos e injusticias. Un sufrimiento con el que los hombres nos herimos mutuamente.

Es natural que los hombres nos apartemos del dolor, que busquemos evitarlo siempre que sea posible, que luchemos por suprimirlo de entre nosotros.

Pero precisamente por eso, hay un sufrimiento que es necesario asumir en la vida. El sufrimiento aceptado como precio y consecuencia de nuestro esfuerzo por hacerlo desaparecer de entre los hombres. «El dolor sólo es bueno si lleva adelante el proceso de su supresión» (D. Sölle).

Es claro que en la vida podríamos evitarnos muchos sufrimientos, amarguras y sinsabores. Bastaría con cerrar los ojos ante los sufrimientos ajenos, y encerramos en la búsqueda egoísta de nuestra dicha. Pero siempre sería a un precio demasiado costoso: dejando sencillamente de amar.

Cuando uno ama y vive intensamente la vida, no puede vivir indiferente al dolor grande o pequeño de las gentes. El que ama se hace vulnerable. Amar a los hombres incluye sufrimiento, «compasión», solidaridad en el dolor. «No existe ningún sufrimiento que nos pueda ser ajeno» (K. Simonow).


Esta solidaridad dolorosa hace surgir salvación y liberación para el hombre. Es lo que descubrimos en el crucificado: sólo salva el que comparte el dolor, y se solidariza con el que sufre.


viernes, 20 de marzo de 2015

Cuaresma, sábado, semana 4


Jesús es signo de contradicción. 

Ante  él los hombres toman posiciones diametralmente opuestas. 

La gente discute y se divide. 

Todavía hoy, Cristo continúa atrayendo discípulos entusiastas a su lado y enemigos que defienden su propia seguridad y el propio bienestar. 

La propuesta de Jesús es reconocerlo hoy, más allá de la apariencia, en los hermanos más necesitados.




Cuaresma, viernes, semana 4



Jesús elude la muerte, no por cobardía, sino porque es tan humano como nosotros. 

La vida viene de Dios, y no podemos exponerla en cualquier momento, ni ante cualquiera. 

No es cobardía lo de Jesús, sino un modo de mostrar lo sagrada que es su humanidad.


jueves, 19 de marzo de 2015

19 DE MARZO - SAN JOSÉ




"Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer" (Mt 1, 24). 

"Él la tomó en todo el misterio de su maternidad; la tomó junto con el Hijo que llegaría al mundo por obra del Espíritu Santo, demostrando de tal modo una disponibilidad de voluntad, semejante a la de María, en orden a lo que Dios le pedía por medio de su mensajero".


miércoles, 18 de marzo de 2015

Cuaresma, miércoles, semana 4


Jesús no tiene palabras pasajeras ni efímeras. 

Sus palabras son Vida eterna, o lo que es lo mismo: palabras que nos permiten alcanzar la Vida eterna. 

Su palabra nos saca de nuestras muertes, nos resucita y nos muestra dónde está la verdadera vida para poder vivir como hijos del Padre.


martes, 17 de marzo de 2015

Cuaresma, martes, semana 4


“Fueron treinta y ocho años sin esperanza y sin futuro.  

Así se encontraba el enfermo de la piscina, a quien Jesús le ofrece la salvación y lo sana. 

A su acción de dar vida, los judíos responden con intenciones de muerte” (comentario de La Biblia de Nuestro Pueblo).



domingo, 15 de marzo de 2015

Cuaresma, lunes, semana 4



¿Cuántos hombres y mujeres han sido despreciados, maltratados, marginados, por defender la vida, por el amor a los hermanos y por la Palabra de Dios? 

Cuando el evangelio nos dice que nadie es profeta en su tierra, no habla de un localismo ni de una región. 

Esta tierra, este mundo, estos hombres, muchas veces desprecian a quienes tienen una palabra de luz en medio de la oscuridad.



CUESTIÓN DE SINCERIDAD

Reflexión inspirada en el evangelio según san Juan 3, 14-21





“El que realiza la verdad se acerca a la luz”.

Se dice que el hombre actual no quiere oír hablar de Dios. En muchos casos, no es así. Quiere oír hablar de Dios, pero no con lenguaje insincero o con palabras faltas de verdad. No soporta un discurso religioso lleno de tópicos y frases hechas. Busca algo más que un Dios convencional. Y en esto tiene toda la razón.

Ante el misterio de Dios, la cuestión vital es la sinceridad. Mantenerse en la verdad, no engañarse a sí mismo y no engañar a los demás. León XIII solía decir que «Dios no necesita de nuestras mentiras». Ni Dios ni la Iglesia ni la fe pierden nada con la verdad. Al contrario, la verdad acerca a Dios.

Por eso, hemos de alegramos de algo que puede pasar desapercibido, pero que es enormemente positivo. El ateísmo moderno está obligando a los creyentes a purificar su imagen de Dios. Con sus objeciones y críticas, está apremiando a las Iglesias a una mayor sinceridad y verdad.

Cada vez tendrá menos sentido una apologética barata de la fe, que no tome en serio las dificultades reales que siente el hombre de hoy para creer. Cuando se busca sinceramente a Dios para uno mismo y para los demás, hay que renunciar a tópicos y soluciones simplistas. La fe permanece viva, seguramente más viva que nunca, pero hay fórmulas y esquemas que pueden tambalearse.

Por eso, la verdadera teología no es triunfalista, sino humilde. No trata de imponer a Dios a nadie. Solo rastrear los caminos que nos pueden acercar a él. Anunciar su misterio de amor insondable, y no las adherencias culturales que pueden ocultar su ternura hacia todo ser humano.

¿Qué verdad encierran los discursos de teólogos, maestros y predicadores, si no despiertan la alabanza al Creador, si no traen al mundo algún crecimiento en la amistad y el amor, si no hacen la vida más bella y luminosa, si no ayudan a vencer el pecado del desaliento existencial?

El malogrado teólogo húngaro, Ladislao Boros, solía recordar que la forma más temible de ateísmo que nos amenaza a todos es «el ateísmo de la insinceridad». Es cierto. Unos nos decimos creyentes y otros agnósticos, pero la verdad es que solo el que busca sinceramente está cerca de Dios. Unos y otros podemos dar pasos equivocados, pero al que busca la luz, Dios le sale al encuentro hasta en sus errores.

Bajo actitudes de autosuficiencia dogmática o de indiferencia agnóstica, se puede esconder con frecuencia una falta de coraje para acercarse con sinceridad al Dios vivo y verdadero. Por eso, todos deberíamos escuchar las palabras de Jesús: «El que realiza la verdad se acerca a la luz.»


viernes, 13 de marzo de 2015

Cuaresma, sábado, semana 3



Este fariseo se presenta ante Dios con su autosuficiencia y su lista de cosas cumplidas. 

Cree que Dios es un censor ante quien se rinde cuentas. 

No ha logrado comprender que Dios es puro amor. 

En cambio, el publicano sabe que no es perfecto y confía en que Dios es misericordioso. 

Y Dios ve complacido esta confianza total. 

Cuaresma, viernes, semana 3


Este escriba no estaba lejos del Reino de Dios.

Pero esto era así no por saber o tener muchos conocimientos, o por poder citar la Biblia de memoria, sino porque creyó que el amor es más grande que todos los holocaustos y sacrificios. 

En esa clave del amor, queremos vivir los que rezamos diciendo “venga a nosotros tu reino”.


jueves, 12 de marzo de 2015

Cuaresma, jueves, semana 3.



“No hay peor sordo que el que no quiere oír”. 

El refrán se aplica perfectamente a esta situación que hemos leído: ni las obras más grandes de amor, como es liberar a un endemoniado de sus tormentos, son señales suficientes para quien se niega a aceptar que ha llegado el Reino de Dios. 

Que no nos pase lo mismo que a aquella gente. 

Pidamos al Espíritu Santo el discernimiento para ver en las buenas obras la gracia de Dios que está actuando.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Cuaresma, miércoles, semana 3


Jesús nos exhorta no sólo a vivir su ley de amor, sino también a enseñarla. 

Nuestra Iglesia, nuestro país y nuestros grupos necesitan maestros que enseñen la Palabra de Dios con amor y convicción. 

Y que enseñen no meramente repitiendo la letra, sino transmitiendo el sentido profundo de la voluntad de Dios sobre la vida de todos.




lunes, 9 de marzo de 2015

Cuaresma, martes, semana 3


El perdón de Dios es inconmensurable. Así lo presenta Jesús en la parábola: un talento equivalía a 16 años de trabajo. 

¿Quién podría pagar una deuda tan grande? 

El reconocernos pequeños ante la inmensidad de Dios no es motivo para desesperar. 

Jesús sólo nos quiere hacer notar la magnanimidad de Dios, el todo Santo, que perdona nuestros pecados. 

Si recibimos este perdón inmenso y gratuito, ¿cómo no perdonar a los demás?



Cuaresma, lunes, semana 3


Jesús quiere que rompamos nuestros estrechos límites mentales. 

Que seamos capaces de comprender que Dios está más allá de las fronteras que nos ponemos con nuestros grupitos, nuestras tareas y nuestros círculos cerrados. 

No hay molde ni delimitación para el Dios de la vida, que a todos quiere hacer llegar su salvación.


domingo, 8 de marzo de 2015

EL AMOR NO SE COMPRA


Reflexión inspirada en el evangelio según san Juan 2, 13-25



No conviertan en un mercado la casa de mi Padre.

Cuando Jesús entra en el templo de Jerusalén, no encuentra gentes que buscan a Dios sino comercio religioso. Su actuación violenta frente a «vendedores y cambistas» no es sino la reacción del Profeta que se topa con la religión convertida en mercado.

Aquel templo llamado a ser el lugar en que se había de manifestar la gloria de Dios y su amor fiel al hombre, se ha convertido en lugar de engaño y abusos donde reina el afán de dinero y el comercio interesado.

Quien conozca a Jesús no se extrañará de su indignación. Si algo aparece constantemente en el núcleo mismo de todo su mensaje es la gratuidad de Dios que ama a los hombres sin límites y sólo quiere ver entre ellos amor fraterno y solidario.

Por eso, una vida convertida en mercado donde todo se compra y se vende, incluso la relación con el misterio de Dios, es la perversión más destructora de lo que Jesús quiere promover entre los hombres.

Es cierto que nuestra vida sólo es posible desde el intercambio y el mutuo servicio. Todos vivimos dando y recibiendo. El riesgo está en reducir todas nuestras relaciones a comercio interesado, pensando que en la vida todo consiste en vender y comprar, sacando el máximo provecho a los demás.

Casi sin damos cuenta, nos podemos convertir en «vendedores y cambistas» que no saben hacer otra cosa sino negociar. Hombres y mujeres incapacitados para amar, que han eliminado de su vida todo lo que sea dar.

Es fácil entonces la tentación de negociar incluso con Dios. Se le obsequia con algún culto para quedar bien con él, se pagan misas o se hacen promesas para obtener de él algún beneficio, se cumplen ritos para tenerlo a nuestro favor. Lo grave es olvidar que Dios es amor y el amor no se compra. Por algo repetía Jesús que Dios «quiere amor y no sacrificios» (Mt 12, 7).

Tal vez, lo primero que el hombre de hoy necesita escuchar de la Iglesia es el anuncio de la gratuidad de Dios. En un mundo convertido en mercado donde nada hay gratuito y donde todo es exigido, comprado o ganado, sólo lo gratuito puede seguir fascinando y sorprendiendo pues es el signo más auténtico del amor.

Los creyentes hemos de estar más atentos a no desfigurar a un Dios que es amor gratuito, haciéndolo a nuestra medida, tan triste, egoísta y pequeño como nuestras vidas mercantilizadas.

Quien conoce «la sensación de la gracia» y ha experimentado alguna vez el amor sorprendente de Dios, se siente invitado a irradiar su gratuidad y, probablemente, es quien mejor puede introducir algo bueno y nuevo en esta sociedad donde tantas personas mueren de soledad, aburrimiento y falta de amor.


sábado, 7 de marzo de 2015

Cuaresma, sábado, semana 2



 “El Dios que sufre por el amor tan inmenso que siente hacia sus hijos es el mismo Dios que es rico en bondad y misericordia... y que quiere revelar a sus hijos la riqueza de su gloria... 

El padre ni siquiera da al hijo la oportunidad de disculparse. Hace suya la súplica de su hijo perdonándole espontáneamente y dejando a un lado sus ruegos, como si no contaran nada en la luz de la alegría por su vuelta. 

Pero hay más. 

El padre no sólo le perdona sin pedirle ningún tipo de explicación y dándole la bienvenida a casa, sino que no puede esperar para darle una nueva vida, una vida de abundancia... 

Es tan fuerte el deseo de Dios de dar vida a su hijo recién llegado que parece estar impaciente”.




viernes, 6 de marzo de 2015

Cuaresma, viernes, semana 2



Jesús toma una imagen muy conocida por los profetas: la viña, que habían usado como metáfora del pueblo. 

En la parábola, Jesús se refiere a los encargados de cuidar la viña, es decir, los dirigentes políticos y religiosos. 

En lugar de realizar su tarea de cuidado, han usado la violencia para dominar y apropiarse del pueblo como si fuera propio. 

Jesús morirá a causa de esta violencia que los poderosos ejercieron tantas veces para concretar sus planes de dominio.


jueves, 5 de marzo de 2015

Cuaresma, jueves, semana 2




La autosuficiencia lleva a la cerrazón del corazón.

Quien siente que no necesita de nada ni de nadie, ni siquiera necesita de Dios; así corre más riesgo de no comprender las necesidades de los otros que se ponen en las manos divinas. 

Este ostracismo nunca puede generar vida, y crea ese abismo donde ya no hay comunicación posible. 

Con este lenguaje tan rico en imágenes, la parábola sirve para prevenirnos para que nuestra vida no se cierre en sí misma.


miércoles, 4 de marzo de 2015

Cuaresma, miércoles, semana 2



Ni siquiera los discípulos más cercanos comprenden el estilo de mesianismo que encarna Jesús. 

En su idea de Dios, él debería darles solo éxitos y triunfos. 

¡Cómo nos descoloca Dios con su plan! 

¿A qué ideas triunfalistas debemos renunciar, para poder beber el mismo cáliz que Jesús?



martes, 3 de marzo de 2015

Cuaresma, martes, semana 2


Como en tantas otras ocasiones, Jesús denuncia aquí la hipocresía religiosa: rituales, preceptos y ceremonias que son solo una forma de ponderarse a sí mismo de quien los practica. 

Con esto no se busca ni la gloria de Dios ni el bien de los hermanos. 

Con humildad, reconozcamos nuestro lugar y no pretendamos ponernos por encima de nadie.

Tampoco endiosemos a ninguna persona, por más importante que sea el cargo que tenga.


lunes, 2 de marzo de 2015

Cuaresma, lunes, semana 2


El Padre es pura misericordia. 

Conoce nuestras debilidades y miserias, y ahí es donde quiere hacer eficaz su amor. 

Es por la misericordia de Dios que podemos caminar confiados. 

Y ese don divino exige que también seamos misericordiosos con los otros.


domingo, 1 de marzo de 2015

ESCUCHAR





Reflexión inspirada en el evangelio según san Marcos 9, 2-10

Este es mi Hijo amado. Escúchenlo.

Cada vez tenemos menos tiempo para escuchar. No sabemos acercamos con calma y sin prejuicios al corazón del otro. No acertamos a escuchar el mensaje que todo ser humano nos puede comunicar. Encerrados en nuestros propios problemas, pasamos junto a las personas, sin apenas detenemos a escuchar realmente a nadie. Se nos está olvidando el arte de escuchar.

Por eso, tampoco resulta tan extraño que a los cristianos se nos haya olvidado, en buena parte, que ser creyente es vivir escuchando a Jesús. Más aún. Sólo desde esta escucha nace la verdadera fe cristiana.

Según el evangelista Marcos, cuando en la «montaña de la transfiguración» los discípulos se asustan al sentirse envueltos por las sombras de una nube, sólo escuchan estas palabras: «Este es mi Hijo amado: escúchenlo a él».

La experiencia de escuchar a Jesús hasta el fondo puede ser dolorosa, pero apasionante. No es el que nosotros habíamos imaginado desde nuestros esquemas y tópicos piadosos. Su misterio se nos escapa. Casi sin damos cuenta, nos va arrancando de seguridades que nos son muy queridas, para atraernos hacia una vida más auténtica.

Nos encontramos, por fin, con alguien que dice la verdad última. Alguien que sabe por qué vivir y por qué morir. Algo nos dice desde dentro que tiene razón. En su vida y en su mensaje hay verdad.

Si perseveramos en una escucha paciente y sincera, nuestra vida empieza a iluminarse con una luz nueva. Comenzamos a verlo todo con más claridad. Vamos descubriendo cuál es la manera más humana de enfrentarnos a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Nos damos cuenta de los grandes errores que podemos cometer los humanos, y de las grandes infidelidades de los cristianos.

Tal vez, hemos de cuidar más en nuestras comunidades cristianas la escucha fiel a Jesús. Escucharle a él nos puede curar de cegueras seculares, nos puede liberar de desalientos y cobardías casi inevitables, puede infundir nuevo vigor a nuestra fe.